domingo, 25 de agosto de 2013

Numb.

Pasan los días y el humo recubre el cielo. Todo sigue igual, va bien y a la vez no. Caigo en un estado de entumecimiento permanente y ya no distingo los minutos de las horas. ¿Han pasado semanas o meses? No sé. Me consumo en esta muerte lenta llamada vida. Sólo espero que mi esperanza sea de menos de treinta años, porque apenas llevo veinte y ya me parece insostenible. Quizás estoy un poco más masoquista que de costumbre, pero hoy es uno de esos días en los que nada importa, en los que el dolor es evidente y nada puede darte fuerzas ni ganas de esconderlo. ¡Hoy saldré a la calle y cantaré mis desgracias! Brindaré por la muerte y su dulce sabor, su amarga espera.

Y en realidad no están tan mal las cosas...no es la vida, soy yo, que no encajo en ella.
Dicen que es normal perderse de vez en cuando, perderse a sí mismo y las ganas, pero que con el tiempo se encuentra un motivo, una razón para seguir... Pues qué jodido mientras no lo encuentras. Todo parece sin sabor y en tonos grisáceos... Te tomas dos copas demás y se te pasa, y todo sigue apestando pero con algo de hielo para adormecer el dolor. Y aun te sigues preguntando qué cojones es aquello que te corroe. No es un dolor intenso, pero sí presente. Escuece un poco cada día. Puedes sobrellevarlo e incluso disimularlo la mayor parte del tiempo. Pero esto es como el dolor menstrual o las migrañas...lo aguantas mientras vas acumulando hijoputismo. Mientras empiezas a odiar todo aquél que no parece sufrir como tú lo haces. ¿Y entonces? Otra copa. Un cigarrillo detrás de otro. Pequeñas dosis de suicidio a largo plazo. 

Quizás me levante el lunes y se me haya pasado todo. Empezaré a hacer planes de futuro, me emocionaré creyendo que aun queda una chispa para mí, que no soy un caso perdido. Quizás haya luz al final del túnel... Pero llegará el miércoles y volveré a hundirme gradualmente en la misma mierda hasta tocar fondo el domingo. Y vuelta a la rutina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario