jueves, 5 de septiembre de 2013

Hasta que...

Llegar a casa. Tumbarme en el sofá, al regazo de mi madre. Llorar en frente del televisor y fingir que es por Anatomía de Grey. Pretenderlo.

Nos pasamos la vida huyendo, y no hay nada peor que vivir con miedo. Miedo a que ocurra aquello que siempre te ha aterrado. Y corres a otro pensamiento. Pero el caso es que aunque estemos siempre huyendo, las cosas pasan, porque sí, queridos mortales, todo en esta vida PUEDE pasar. Todo. Y estás todo el tiempo acojonado por aquellas cosas que pueden pasar, pero que únicamente existen en tu mente. Y al final solo vives a medias. La mierda de realidad, y la mierda de tu cabeza. 

Pero hay cosas que pasan....que pasan de verdad. Y ya no hay dónde huir, dónde esconderse. Y no te queda otra que afrontarlo. Puedes llorar, gritar y patalear todo lo que quieras. Sacar ese huracán de rabia y tristeza que te corroe, y aun así seguir mal. Asquerosamente mal. Porque aunque te pases toda la vida intentando afrontarlo, la realidad es, simple y llanamente, que la vida es injusta para todos.

No es hasta que ocurre de verdad, que te das cuenta de todo el tiempo que has perdido preocupándote, mientras no ocurría nada.



No quiero que ocurra. Nunca. Jamás.
No quiero que me pasen cosas malas.
No quiero que nada me duela. Que nada les duela...a nadie.
Pero como ya he dicho, las cosas pasan.

Solo necesito tiempo...más tiempo.